¿Y ahora cómo desmontamos la más que emitida islamofofia que ha
prendido, o todo lo contrario, los ha seducido perversamente, ante tanta
descomposición? La imparable talibanización de sectores de la juventud
musulmana europea, que forman parte de la ciudadanía de segunda o
tercera generación, enraizados en Francia, Alemania, Holanda, Reino
Unido y otros países, está desarrollando cada vez más, un profundo
rechazo a los valores de la sociedad occidental, y paralelamente una
admiración y defensa radical, de corrientes asociadas a la violencia. La
brutalidad de las matanzas como la de Paris, actúa como un foco
magnético, y si no es impecablemente divulgado, enseñado y tratado,
termina reforzando el resentimiento contra Occidente.
A quienes se les ha inculcado una versión que sataniza la cultura del
viejo continente, que no ha sido suficientemente neutralizada, y
utiliza la bandera del yihadismo; a este pensamiento minoritario, que
germina y contamina, no se puede erradicar con cualquier líquido, sino
con agua y abonos de suma calidad.
No se van a limitar a reaccionar en Pakistán, Afganistán o Siria, no
le es estratégicamente suficiente, necesitan subir la tensión desde
Australia hasta Europa, por medio de la activación de las células
dormidas o los mandatos sangrientos, y si nuestra respuesta no incorpora
medidas educativas, preventivas y de explicación rigurosa de estos
fenómenos, entre otros instrumentos, el problema generará, cada vez con
más fuerza, movimientos proactivos fanatizados, y en el otro extremo
fanáticos altamente reactivos. Ahí está el Frente Nacional, que puede
casi ganar las elecciones, en Francia.
Cuidado también con la fábrica de
la debilitada sociedad occidental, que ya no cree en casi nada, salvo
en el dios dinero y sus devaluados acólitos.
Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia el 16 de Enero del 2015
El desafío de los des-constructores de la Europa democrática, se
desautorizan a sí mismos, cuando la parcial cesión de soberanía se
convierte en secuestro total de la misma, entonces las elecciones corren
el riesgo de convertirse en un mero acto simbólico, deslegitimado por
quien paga.
¿Cuál será el castigo terrible al que someterán los dueños del
imperio a los votantes griegos, si se atreven a votar a quienes piensen
que les puede devolver el pan y la dignidad? Los disparos de los tanques
consisten en cortarles el suministro, y dejarles caer en la indigencia.
Las municiones están fabricadas a base de descapitalizar el sistema
financiero, abocarles a nacionalizar los bancos y sus faraónicas
perdidas, hacer inviable la deuda externa que está por auditar, a
sabiendas que el valor de la misma equivale al 175% del PIB, amén de
sacarlos de la eurozona y, que curioso concluir recuperando la soberanía
monetaria, en contra del 60% de los griegos que no son euroescépticos.
A la Grecia de Sófocles la han llevado a un 25% de paro, con un 37%
de personas por debajo del umbral de la pobreza, acompañada de una
descomunal bancarrota. ¿Así se pretende que quienes les han metido en el
túnel los saquen de él? ¿Alguien cree que si no es bajo coacción,
chantaje y amenaza de las tropas alemanas, del BCE y del FMI, se vote
otra cosa que no sea a quien le puede devolver su democracia? Syriza es
la última esperanza, para demostrar que la ley más grande es la
justicia.
Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia el 8 de Enero del 2015